La Guerra Contra El Narcotrafico a Traves de los Ojos de un Inmigrante
Una noche en la ciudad de Puebla, México, estaba regresando una señora del trabajo cuando una camioneta se metió en frente de ella. Llegaron a un semáforo rojo, y se paró la camioneta.
Publicado en Abril 28, 2019
Cuando se puso verde la luz, no avanzó. Siendo ya una señora de mayor edad, decidió no causar conflicto y se esperó pacientemente detrás de la camioneta sin tocar el claxon. Después de unos minutos, avanzó la camioneta. Manejaron por un rato y se cruzaron con otro semáforo rojo. Igual como la ves anterior, pararon los dos coches. Después de que la luz se cambió a verde, la camioneta no avanzó otra vez. Sin perder la calma, la señora solo esperó hasta que decidió moverse el conductor en frente de ella. Exactamente lo mismo ocurrió en el próximo semáforo. Se pararon, la luz se puso verde, no se movió la camioneta y la señora permaneció paciente hasta que avanzo. Sin embargo, después de que avanzó, paró en medio de la calle, bloqueando a la señora. Un hombre armado se bajó de la camioneta y caminó hacia el coche con un paquete en la mano. Cuando llegó, tocó la ventanilla del coche con sus nudillos y le dijo a la señora que baje su ventanilla. La señora obedeció.
El señor le dio el paquete, un rollo de billetes de 100 dólares y le dijo, “Señora, tome esto como un regalo. Le agradecemos por no tocar el claxon y por su paciencia. Si hubiera pitado, ya estaría muerta. Que tenga buena noche.”
Cuando mi papá regresó de un viaje a México hace unos meses, me contó de este enfrentamiento con un grupo parte de alguna organización del narcotráfico. Esa señora es la tía de un amigo de mi papá, quien es muy afortunada de haber sobrevivido. Desgraciadamente, hay muchas más historias que no acaban de esta manera. El país que yo alguna vez consideré mi hogar ahora es irreconocible, no nada mas para mi pero también para muchos inmigrantes mexicanos. Debido a la guerra contra el narcotráfico y la violencia que causó, vivir en México ahora es inconcebible para mi familia y para muchas otras.
En el 2006 me mudé a un vecindario principalmente blanco en Michigan, el año que marcó el inicio de la guerra contra el narcotráfico. No solo me distancié de la situación en México físicamente, sino también mentalmente mientras me adapté a mi nueva vida, aprendía nuevas costumbres, saludos y un nuevo idioma. Durante los 12 años que he vivido allí el peor crimen cometido fue cuando alguien se metió a la alberca comunitaria cuando estaba cerrada. No hace falta decir que crecí en un lugar muy diferente de como hubiera crecido en México si nos hubiéramos quedado.
Raramente pensaba que pudiera estar en peligro. Era demasiado joven para darme cuenta que importante era esa diferencia, y estaba demasiado ocupado siendo un niño para cuestionar mi ambiente y compararlo con la situación actual en México. A medida que crecí me di cuenta que si no cultivaba mi herencia mexicana iba a perderla junto con mi conexion a mi familia.
Podría parecer que yo me sentía indiferente, pero como niño y adolescente joven no le puse mucha atención a la guerra en México. No cabe duda que amo a mi familia en México y me preocupo por su seguridad, pero debido a la vida que tengo en los Estados Unidos se me hizo casi imposible realmente imaginar la vida allá; hasta que escuché historias de ellos.
El miedo de perder la conexión a mi cultura mexicana me empujó a encontrar una manera para mantenerla. Desafortunadamente, esto ocurrió a través de la guerra contra las drogas.
Al crecer escuché experiencias espantosas de mi familia en México. Frecuentemente escucho de policías que detienen a mis tias, tios y amigos y demandan sobornos. Frecuentemente escucho de mis abuelos en Morelos que no pueden dormir por el sonido de balazos. Frecuentemente escucho “Otro muerto.”
Parece que recientemente las noticias de la guerra de México han disminuido, como si fuera nada más algo del pasado. Sin embargo, aun con el arresto de Joaquín “El Chapo” Guzmán Loera, el ex líder del cártel más poderoso de México, el cártel de Sinaloa, falta mucho esfuerzo y tiempo para que acabe la guerra. Desde 2006, casi un cuarto de millón de personas han sido matadas. 28.000 de esos homicidios ocurrieron en el 2018.
Andrés Manuel López Obrador, el presidente actual de México, asegura que la guerra ya se acabo. El propone enfocarse menos en capturando a los capos, lo cual solo trae violencia. Al hacer esto, según Obrador, el número de homicidios va a bajar. Sin embargo, hay claras contradicciones entre sus propuestas y la condición actual de México. Para empezar, el ejército sigue presente en México desde 2006. Además, el presidente ha propuesto crear una guardia nacional, por la cual muchos temen que la cantidad de violencia no va a cambiar.
Recuerdo mirar por mi ventana durante un día cálido y soleado. Estaba casi completamente silencioso y tranquilo en nuestra calle excepto por el sonido de los vendedores, “¡Tamales de mole, de rajas, de dulce!”.
En la distancia podía ver la gran pirámide de Cholula encima de una colina enorme. Al lado de esta gran pirámide recuerdo haber visto los voladores de Papantla. Estaba asombrado mientras veía cinco hombres valientes trepando un poste midiendo por lo menos 15 metros de altura, de la cual ellos, asegurados por solamente una cuerda, se aventaron. Mientras el aparato en la parte superior del poste giraba, la cuerda se desenrollaba, y los hombres se acercaban mas y mas al piso. Eso fue en el 2005.
Ese tipo de memorias tan inocentes y alegres han permanecido en mi mente y las mentes de muchos mexicanos. Esas mismas experiencias inocentes son las que han sido corrompidas por la violencia y la corrupción que plaga México.
Me acuerdo de aquellos tiempos con sentimientos de nostalgia, y espero que un dia pueda regresar a ese mismo lugar para disfrutar de lo que alguna vez fue México.
